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Cese el genocidio en Gaza ( Por Roberto Rodríguez Menéndez)

Cese el genocidio en Gaza ( Por Roberto Rodríguez Menéndez)

Cada mañana, y antes de iniciar el laboreo en mi mundo de letras, Radio Reloj me  electriza con sus titulares y su desarrollo poniéndome al día de la cobarde y asesina agresión al sufrido pueblo de Palestina por el nuevo fascismo que se incuba en Israel.

Luego, es la televisión cubana y sobre todo los reportajes, desde el lugar de los hechos, que realiza TeleSur, los que me permiten visualizar, en primer plano, la barbarie que se comete contra la población de Gaza donde ya suman cerca de dos mil los muertos y entre ellos decenas y decenas de niños y ancianos  que murieron  descuartizados por las bombas israelíes sin poderse explicar el sentido de semejante genocidio.

A lo anterior hay que sumar los miles y miles de heridos condenados a la muerte o a la discapacidad física, las mezquitas destruidas junto a los edificios de viviendas familiares, escuelas, hospitales, refugios de la ONU, enormes escombros atómicos de lo que pudiera ocurrirle a la humanidad bajo el dominio de los fascistas.

Lo que ocurre en Gaza conmueve a la humanidad progresista que debe, por todos los medios a su alcance, parar el crimen sionista. El derecho a la vida de los palestinos no puede ser pisoteado por este ensañamiento brutal del ejército de Israel apoyado por las fuerzas más oscuras de la política internacional.

Hace unas horas  el líder histórico de la Revolución cubana denunciaba el  genocidio que se está cometiendo contra el pueblo palestino  y advertía con claridad meridiana: Pienso que una nueva y repugnante forma de fascismo está surgiendo con notable fuerza en este momento de la historia humana, en el que más de siete mil millones de habitantes se esfuerzan por la propia.

Movido por la tristeza de ver los cuerpos sin vida de cientos y cientos de personas que son traslados rústicamente en parihuelas  sobre los hombros de palestinos humildes que llevan a enterrar a sus muertos en medio de gritos de dolor y arengas contra la agresión israelí, o corriendo entre los escombros llevando a sus heridos a los hospitales maltrechos, apenas con medicinas para atenderlos, sin luz, sin agua, sin electricidad, sin alimentos, al tope sus instalaciones donde el grito de los que se desangran y el suspiro de los que fallecen dan, como decía nuestro José Martí, luz de aurora.

Esta mañana, tras actualizarme del horror de lo que sucede en la Franja de Gaza, recordé un poema que escribí hace más de cuarenta y cinco años y que increíblemente adquiere una vigencia conmovedora para mí como poeta.

Lo que escribí entonces al ver una foto de una niña palestina que, en medio de la destrucción de su aldea por las fuerzas armadas israelitas,  abrazaba  entre sus manitos deshechas de polvo su destruida muñeca que rescató de los escombros de su casa bombardeada, pareciera haber escrito esos versos esta misma madrugada. Aquella niña palestina murió horas después por un nuevo bombardeo. Así va el mundo hasta que no seamos capaces de derrotar a las bestias.

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