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El Rey del Yarey vive en Cuba.

“Corría el año 1981, en una reunión de la Asociación Nacional de agricultores Pequeños (ANAP), se hablaba de las plantas que estaban en peligros de extinción…en fin como campesinos, compartíamos criterios sobre diversos temas. Les comenté que estaba haciendo los primeros semilleros para iniciar la siembra de guano, ¡ Tu estás loco!, me respondieron”.

Con estas palabras iniciamos el diálogo con Diómedes Córdova,  experimentado agricultor que reside en las zonas limítrofes del municipio tunero de  Majibacoa y Calixto García en Holguín. Un hombre de 66 años que ha dedicado parte de su vida al cultivo de Copernicia, con gran arraigo del  yarey con mas de 30 mil plantas de guano dulce y salado.

“Una experiencia igual en el cultivo del género copernicia, no existe en Cuba, y en el mundo muy escasa. Solo en el Brasil hace muchos años, hubo una experiencia de plantar algunos de estos guanos con fines de producir cera, pero así con estos fines, no existen precedentes de alguna plantación con fines de aprovechamiento”, argumenta  Raúl Verdecia, Director del Jardín Botánico de Las Tunas.

Históricamente en Cuba, se ha usado el guano para la construcción de bohíos, a pesar de los avances en el mejoramiento de las viviendas campesina, el yarey sigue siendo esencial para los techos y la artesanía.

“Tengo 30 mil matas de guano, anualmente corto unas cien mil pencas para cobijar las casas de los vecinos del Consejos Populares de Sabanazo, Omaja, Mir  y otras comunidades rurales cercanas a mi parcela. Creo que estoy dando  mi aporte al programa de la vivienda, unas veinte o treinta casas cambian cada año sus techos con el guano que mis plantas producen”, enfatiza el Rey del Guano.

Copernicia es un género de palmas que se distribuye por toda América Latina y Las Antillas, siendo el centro y el oriente de Cuba donde alcanza su mayor diversidad. En la Isla son tres las especies mas robustas de copernicia, sus troncos limpios como gruesas columnas no son igualados por especie alguna dentro de este género.

“La idea de Córdova es muy original porque partió de una especie que es autóctona de esta zona, endémica de esta región de Cuba. Esta puede ser una experiencia a generalizar no sólo en nuestro archipiélago cubano, también en otras regiones donde los suelos sean profundos, con exposición soleada y tolerantes tanto a períodos húmedos y de intensa sequías. El trasplante es muy sencillo pues se multiplica por semillas, tal y como lo ha logrado el productor de referencia”, enfatiza Verdecia.

La Isla de Cuba está rebosante de riquezas y variedades botánicas como pocas en el Caribe, pero su mayor fortuna es  contar con hombres como Diómedes empeñados en preservar y fomentar las especies autóctonas y a su vez ponerlas al servicio de la comunidad.

 

 

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