Corojos de corteza blanda en patio de Caisimú
La finca del campesino Arsenio Hechavarría Pupo está ubicada en las laderas de la elevación Cerro de Caisimú. El suelo es de color rojizo con abundantes piedras y un riachuelo por donde corre el agua fresca durante todo el año. En las riveras una espesa vegetación con predominio de árboles maderables, entre los que sobresalen los cedros, caobas y algarrobos. También hay varias palmeras, las que se mezclan a intervalo con cocoteros y corojos.
Quizá por la constante humedad en el área cultivable ó por las características del suelo calizo, la finca de Arsenio posee una planta de corojo que al decir del propietario es un ejemplar único en Cuba.
“Desde que yo era niño mi abuelo comentaba que como esa mata de corojo no existía otra igual. Es que sus frutos son de cáscara blanda. Los mismos pueden picarse con los dientes y sin dificultad alguna acceder a la almendra del interior del fruto. Tengo 71 años y mírela ahí, centenaria y todavía acapara la atención de los visitantes al parir racimos con esa carácterística”.
En efecto, los frutos de la mata de corojo del campesino manatiense son blandos, de color amarillo fuerte y del mismo tamaño de otros que proliferan en los corojales del Cerro de Caisimú. Varios curiosos quisieron comprobar in situ la inexplicable curiosidad y cuesco en boca presionaron los dientes. Con asombro, en todos los casos la cáscara partió en el primer intento.
La mata de corojo de Arsenio Hechavarría se inscribe en la colección de la curiocidades del universo natural que predominan en esta región del oriente cubano. Otro regalo de madre natura para admirar y preservar desde una finca del municipio tunero de Manatí
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