La dama del sendero
Hay pasos que conducen a un solo destino. La vida de cada hombre o mujer es un camino hacia sí mismo. Lugares tan inhóspitos que para saber de su existencia tienes que recorrerlo, adentraste con su gente y distinguir historias de vida como esta. “Yo siempre he trabajado en el arroz. Unas veces como cocinera, otras como ayudante de fumigación, y ahora soy campesina usufructuaria”. Es Ana María Segura. Mujer campesina de la zona de Dormitorio. Ella dejó sus comodidades hogareñas para adentrarse en las faenas del arroz.
La esencia de la vida consiste en ser fiel a lo que uno cree . Solo hay una cosa que hace que un sueño sea imposible: el temor al fracaso. Y Ana María sabe que el triunfo está en sus manos. En el esfuerzo cotidiano para sacarle provecho a la tierra y hacerla producir.
“Este terreno estaba compacto de marabú. Los canales de riego tuvimos que descubrirlos. Habían quedado sepultados entre las raíces y maniguas del monte. Comenzamos a recuperar el área y descubrimos que habíamos escogido un buen sitio para comenzar”, significó.
El actuar de esta mujer deja atrás una vez más aquello del sexo débil. Su fortaleza irradia luz a los surcos de arroz del sur de Las Tunas. Su aporte debe ser distinguido. No sólo por la perseverancia, sino también por su hidalguía. Ella es sin lugar a dudas, una dama del sendero.
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