Patria resurge en los nobles pechos del presente Por: Joel Lachataignerais Popa
El tiempo pasa a velocidades incalculables. En eso estaba
pensando este viernes en la tarde cuando en el memorial Vicente García siete
periodistas tuneros recibían la medalla Félix Elmuza, como reconocimiento a sus
quince años de ininterrumpida actividad periodística al servicio del pueblo.
Mis cuarenta y ocho años en el
periodismo, me impidieron apreciar que el espacio de vida se deslizaba en el
decursar de amores que hacen delicias los sentimientos personales.
Robiel Proenza, quien vino desde
Holguín a traerme la satisfacción de un tío martiano que pone en práctica los
consejos agrícolas del Maestro; Rafael Aparicio, amigo historiador con amplio
despliegue de crónicas notables y sabrosas; y Orlando Leyva Almaguer, a quien
le costó mucho trabajo la lección de locución para decir su apellido.
Francisco Valdés es el único que vivió
parte de mis tiempos y atesora en el corazón los momentos del periodismo de los
últimos cincuenta años.
Por Yenima Díaz Velázquez y Maura Peña
Machado, advertí sobre mi currículum que realmente la velocidad del tiempo ha
transcurrido
gracias a Adalys Ray Haynes, no es sufrir mirar el almanaque,
porque en ella - como en otros- advierto la realidad de los hijos
ausentes.
Así lo sentirán aquellas dos almas que
recibieron el premio sindical a la obra de toda la vida, Juan Emilio Batista y
Nelsy Rubens Larroche.
El tiempo pasa, dijo mi coetáneo
Pablo Milanés. Pero en este caso, nos vamos volviendo viejos para acumular
experiencias y hacer con ella un mejor reflejo del amor, ese que marca las
huellas nobles y sencillas, que en el periodismo cubano, tiene la connotación
inefable de otra frase trovadoresca, esta vez de Silvio
Solo el amor, engendra
las maravillas.
Felicidades compañeros. Con el tiempo
vencido y por vencer, a enfrentar los retos anunciados por Fidel Gordo. ¡Vamos
a andar!.
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